sábado, 27 de diciembre de 2008

2008

Últimamente siento que tengo el blog medio abandonado. Entre el trabajo y las fiestas estoy todo el día sin parar. De todas formas, quería dejar algunas líneas antes de que termine el año. No soy muy dada al sentimentalismo del cambio de año; ahora todos los medios de comunicación escriben y publican palabras y más palabras sobre el balance de 2008, etc. No sé por qué, pero lo del cambio de año no me dice nunca demasiado. De todas formas, el paso a 2009 significa que pronto hará un año que este blog existe, así que sí, me siento orgullosa. Además, quizás sea buena idea recordar algunas cosas que han sucedido este año, y sobre todo comentar algo de lo que (creo) nos espera en 2009.

Ayer leía un artículo en el que se analizaba la situación de la subcomisión creada para estudiar la nueva Ley del aborto que, si todo va según lo previsto y mal que le pese al conservadurismo de este país, nacerá en 2009 (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/llamo/ninos/embarazos/tamano/real/elpepisoc/20081226elpepisoc_2/Tes). Esperemos que, puesto que las suyas son las únicas vidas humanas que están en juego en todo este asunto, responda de verdad a las demandas de las mujeres.

Creo que 2008 ha sido un año intenso. Comenzamos precisamente con el enjuiciamiento de todas aquellas mujeres que habían abortado y que puso de manifiesto aquello que desde las asociaciones feministas ya se sabía: la desprotección e inseguridad jurídica de las mujeres con la Ley actual. Así que, repito, espero que el final de este año suponga de verdad una esperanza para todas nosotras.

En marzo tuvimos elecciones generales y renovamos Gobierno; aún conservo una contractura en el cuello como recuerdo de todo ello. Bueno, eso y algunas otras cosas bastante más agradables. Últimamente no oímos hablar más que de crisis económica; yo espero que la solución a la misma venga de la mano de las medidas integrales de cambio en las que creemos y por las que optamos en marzo (así, por lo menos, podremos decir que esta crisis nos enseñó cosas positivas y aprendimos de nuestros errores).

Con el nuevo Gobierno se creó el Ministerio de Igualdad, cuya titular, Bibiana Aído Almagro, tiene todavía una ingente labor por delante. Creo que pocas veces me he sentido tan orgullosa. Necesitamos debate, movimiento y polémicas; necesitamos que la igualdad se convierta (o siga siendo) un tema en boca de todo el mundo, todos los días del año.

Este año, por desgracia, vamos a registrar una cifra (me temo) bastante alta en lo que a víctimas mortales de violencia de género se refiere. Las cifras oficiales (Ministerio de Igualdad) hablan de más de 60 mujeres muertas; otras organizaciones, que contabilizan casos no recogidos por la Ley, pero cuyas víctimas también han muerto por ser mujeres (ver entrada de 22/11/2008, "Violencia de género que no computa": http://lamujerquemedelaganadeser.blogspot.com/2008/11/violencia-de-gnero-que-no-computa.html), realizan un cómputo que se aproxima a las 100. Da lo mismo: seguirán siendo demasiadas mientras haya una sola, no asesinada sino molestada o violentada de cualquier forma.

En noviembre Barack Obama ganó las elecciones estadounidenses, con el "Yes, we can" del cambio que anuncia para su país y para el mundo entero. Amén si realmente así es.

¿Qué más? He mencionado hechos políticos, fundamentalmente; aunque lo político, siempre, se funde con lo personal y en lo personal, este año, también ha estado lleno de cambios y sucesos para mí. Algunos, espero, culminarán y florecerán en 2009.

Seguro que me he dejado montones de cosas sin mencionar. Así que, si a alguien le apetece, agradeceré las aportaciones. ¡Feliz entrada en 2009!

sábado, 13 de diciembre de 2008

Feliz Navidad

Ayer acabé de leer "Feliz Navidad" (David Carion), un libro a medio camino entre la novela y el relato periodístico en el que se narra un episodio poco conocido de la Primera Guerra Mundial. Parece ser (el libro está basado en hechos reales) que durante las Navidades de 1914 el frente de batalla francés, en el que luchaban franceses y británicos contra alemanes, abandonó momentáneamente las armas y los soldados de los distintos bandos comenzaron a confraternizar entre sí. El libro, en concreto, se centra (de manera novelada, claro) en el encuentro entre soldados franceses, alemanes y escoceses en la "tierra de nadie" entre trincheras, la noche de Nochebuena y la mañana de Navidad.

Ya me gustó la película, de varias nacionalidades europeas, que estrenaron en 2005.

Imagino que desde el punto de vista literario no es muy bueno, pero creo que sí lo es desde el histórico, aunque quizás sea doloroso darse cuenta de la importancia de lo que narra. ¿Alguien se ha parado a pensar en las consecuencias potenciales de lo que allí tuvo lugar?

Imaginemos a un montón de soldados, muertos de frío y horrorizados por lo que están viviendo... mientras hacen la guerra de los grandes generales y las monarquías y los gobiernos. Soldados que de repente se dan cuenta de que quienes les lanzan granadas y metralla desde la trinchera de enfrente están tan muertos de frío y tan horrorizados como ellos... que son igual de humanos. Desde esa humanidad compartida, desde el sufrimiento descubierto, se acercan los unos a los otros y celebran la Navidad (¿desde dónde si no?).

Imaginemos las consecuencias posibles. Esos movimientos de confraternización fueron abortados en poco tiempo. Pero, ¿y si no hubiera sido así? ¿Y si la insurrección popular hubiera continuado adelante? La Gran Guerra no habría sido tan grande, ¿verdad? Porque para ello, los grandes generales, las monarquías y los gobiernos habrían tenido que luchar ellos mismos, cuerpo a cuerpo. Y eso, la verdad, no resulta fácil de imaginar. Así que la Primera Guerra Mundial habría sido muy corta; y es razonable suponer que tampoco habría existido la Segunda Guerra Mundial, ya que esta nació de la humillación y el resentimiento de la Primera. Sin nazismo, sin grandes guerras... el siglo XX habría tenido muy poco que ver con lo que ha sido.

Esta entrada estará sonando muy utópica. Que un grupo de soldados decidieran dejar descansar sus armas durante un par de días no significa que la bondad y la racionalidad impregnaran para siempre el mundo. Pero quiero hablar de mayorías... pensemos en las mayorías. Si todos los soldados de la Primera Guerra Mundial se hubieran puesto de acuerdo habrían ganado.

Esta mañana alguien me hablaba de la manifestación (perdón, concentración, la Iglesia no se manifiesta) a favor de la familia que, como cada diciembre, tendrá lugar próximamente; y me decía lo bueno que sería que muchas de esas familias-pecaminosas-y-enfermas-que-van-a-ir-al-infierno-y-otras-cosas-parecidas (esas otras familias a las que no quieren dejarles serlo) se unieran a la concentración (una magnífica manera de organizar una contramanifestación, sólo que desde dentro). Y me parece, mientras escribo esto, que el poder está justamente ahí; el verdadero poder es tener la palabra, y comunicarse para ponerse de acuerdo y, desde ahí actuar. Era difícil en la Primera Guerra Mundial, y lo es ahora, incluso con nuestros fluidos medios de comunicación postmodernos (mail, móvil...); sin embargo, quiero pensar y pienso que no es imposible, que podemos mirarnos y descubrir la humanidad compartida y el sufrimiento, y, desde ahí, justamente, celebrar la Navidad. Ha sucedido, sucede, sucederá...

Haciéndome eco del espíritu de aquellos soldados de la Primera Guerra Mundial:

Fröhe Weinachten
Joyeux Noel
Merry Christmas
Feliz Navidad

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